¿Crisis de la democracia?. El mismo hecho de que pongamos en el título de esta mesa redonda, "Sobre la educación para la ciudadanía democrática y los derechos humanos, la crisis de la democracia", significa, sin duda alguna, que cuanto menos dudamos respecto de la salud de nuestro sistema democrático.
En realidad nos estamos interrogando sobre la
democracia que queremos, es decir, estamos afirmando que la democracia
realmente existente no nos gusta. Aún resuenan en muchas conciencias los ecos
de aquellos gritos del 15M: que no nos
representan, que no!, la exigencia de una democracia genuína, ¡ democracia
real ya! o Le llaman democracia y no lo es!.
José Saramago, con acierto, decía: "La democracia en realidad no existe. (...) En mi opinión, afirmaba el Premio Nobel de Literatura, quien verdaderamente manda son instituciones que no tienen nada de democráticas, como el Fondo Monetario Internacional, las fábricas de armas o las multinacionales farmacéuticas?".
Son cada vez más las personas que identifican, con razón, la democracia neoliberal actual con una democracia de baja intensidad, incluso con una democracia autoritaria (recordemos, por ejemplo, la ley si seguridad ciudadana, la ley de seguridad personal, la limitación creciente de derechos y libertades, el fin de la jurisdicción universal, la ley de tasas de la justicia de Gallardón o su contrarreforma de la ley del aborto... para que seguir). De hecho existen analistas que hablan de la dictadura de los mercados, eso que un amigo en Galicia tanto repite, los mandados de los mandados. Los gobiernos son vistos, son percibidos socialmente como los gabinetes de gestión de los intereses de los grandes poderes económicos y financieros, contra las mayorías sociales, la gente común, la ciudadanía democrática.
Hace poco, Intermon Oxfam, con ocasión de
En realidad, a escala global, como repite el profesor Mayor Zaragoza, vivimos en una plutocracia, una minoría de estados, se llamen G7, G8 o G20, deciden por todas y por todos, por 196 estados soberanos, y lo hacen, en nuestro nombre?, al tiempo que vacían de contenido a la propia ONU, que tampoco es una democracia, como todos sabemos. Pero lo mismo acontece a escala nacional o local: la democracia se va desvaneciendo y, cada día más, la plutocracia tecnocrática y corrupta legisla y gobierna para las elites económicas, incluso sin ser elegida por cauces democráticos, recordemos Grecia o Italia, sin ir más lejos. Son, en realidad, los gestores de los grandes poderes, más y más alejados de la ciudadanía por muros de privilegios y barreras de incomprensión.
Joan Subirats se preguntaba no hace mucho sobre que democracia tenemos y que democracia queremos. Constataba que entre 1945 y 1975, en tres décadas, se había reducido a la mitad la desigualdad en Europa Occidental como consecuencia de políticas redistributivas impulsadas por la socialdemocracia, cuando aún era relevante, y que se consolidaron luego de
De la misma manera que más desigualdad significa menos justicia y menos democracia, significa también menos futuro para cada vez más sectores sociales, particularmente para la juventud, para los mas débiles y también para las clases medias, a cada paso más excluidas. Las cifras estadísticas son impresionantes y también brutales, más del 50% de los menores de 30 años no tuvieron nunca un empleo estable!!!. Y UNICEF, como he comentado, ha puesto sobre la mesa una realidad ignorada y oculta, la de la pobreza infantil hoy en la España del siglo XXI.
Pero probablemente nos sobran diagnósticos y nos faltan acciones. Es tiempo de acción, para poner a las personas como prioridad. Y nos falta educación, más educación ciudadana, derechos humanos, interculturalidad, convivencia democrática, diálogo, entendimiento, acuerdo, cultura de paz en definitiva.
Y se
trata de proponer la democracia que queremos, porque parece evidente que la
existente no sirve a la mayoría para resolver sus problemas, los problemas de
las personas. El régimen salido de la Transición , la democracia que hemos construido, quizás
no nos guste oírlo, está agotada. Más aún, podríamos decir que está agotada
porque está podrida y huele mal, no importa para donde se mire.
Cuando hablamos de una nueva democracia tendríamos que empezar por mirar para nosotros mismos. Un nuevo orden democrático, que sustituya al actual, tiene que comenzar por nosotros mismos. No podemos proponer a la sociedad una nueva cultura política (nuevas maneras de actuar y de intervenir políticamente, una nueva democracia, sí representativa, pero también participativa, mucho más directa, más horizontal, más transversal, más interactiva, 2.0 dicen algunos, menos vertical, menos autoritaria, más abierta y plural, menos pasiva… no podemos proponerla, digo, si seguimos conduciéndonos por los métodos y las maneras de la vieja política, de la vieja democracia.
Si algo puso de manifiesto el movimiento 15M, esa corriente de fondo que está removiendo la acción política, los marcos y los escenarios, fue justo la desafección con las actuales maneras y modos de participación política, con unas prácticas, discursos, actitudes y estructuras organizativas que están en abierta contradicción con lo que la sociedad necesita y reclama. Esa terrible contradicción entre lo que decimos y lo que hacemos, entre la prédica y el reparto de trigo, tan habitual, por otra parte.
Todo lo que estoy reflexionando en voz alta está en directa relación con la democracia que queremos, una democracia genuina, interna y externamente, mucho más abierta y participativa, donde los valores cívicos y democráticos, la ética pública, las virtudes de ciudadanía, la honestidad, la decencia, la honradez y el compromiso sean las bases fundamentales de nuestra actuación pública. Y esto no viene con el libro de instrucciones. Todo lo contrario, debemos aprenderlo, debemos enseñarlo, en la familia, en las escuelas, en los colegios, en los institutos, en la universidad. Por eso decimos, como no a la educación para la ciudadanía y a los derechos humanos, como no?
Junto con esto, claro que sí, radicalidad democrática, republicanismo cívico, transparencia, sustentabilidad, justicia social, protección de las personas, cultura de paz, diálogo intercultural, superación de la exclusión y la pobreza, compartir, partir con, convivencia democrática, mediación, resolución pacífica de los conflictos…
Cuando hablamos de educación para la democracia, hablamos no solo de democracia representativa, sino también de democracia participativa, lo he comentado antes y lo reitero, porque no nos llega con que nos recuenten cada cuatro años, queremos contar, no simplemente ser contados; queremos ser protagonistas, actores, constructores de nuestro propio futuro, para dar cumplimiento a aquello que tan magníficamente gritó Madiba: "Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma…. o lo que D. Francisco Giner de los Ríos entendía por educación: "Dirigir con sentido la propia vida".
Boaventura de Sousa Santos, desde Coimbra y por todo el mundo, lleva años, reivindicando "democratizar la democracia….lo ha dicho en diversas publicaciones y particularmente en un libro con ese título.
Desde nuestra perspectiva, educar para la democracia es una necesidad imperiosa, que debemos abordar sin dilación, y democratizar la democracia empieza por la educación, por su construcción en la propia escuela. Y para ello es imprescindible una materia obligatoria en el currículum escolar como
Ya se que Andalucía es una
magnífica excepción con su Programa de Escuelas Espacio de Paz, con miles de
profesores y profesoras, alumnado, centros educativos comprometidos con la
cultura de la paz, un programa extraordinario que el profesor Mayor Zaragoza
siempre recuerda y que yo, en su nombre, reconozco y admiro. Ya quisiera que un
proyecto similar fuera una realidad en Galicia y en el conjunto del Estado.
En
Septiembre de 2010, Mariano Rajoy hizo unas declaraciones públicas, un
llamamiento en los medios, se atrevió a reclamar en público, por dictado de los
obispos, que había que objetar a la materia de educación para la ciudadanía y
los derechos humanos, y llamó, sin rubor, a la desobediencia civil. Nada más y nada menos. El que presume de moderado. Y anunció que
suprimiría la materia, y lo hizo, aquí si que cumplió su programa electoral,
volviendo a colocar la religión católica donde quería la Conferencia Episcopal ,
como Dios manda, frase que, como
saben, remite como un mantra el presidente del gobierno.
Por suerte, la oposición
en pleno, ha firmado un acuerdo parlamentario, solemne, un compromiso ante la
sociedad, por el que en el momento en que el PP pierda la mayoría absoluta, que
deseamos sea pronto, Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos volverá a ser
una materia obligatoria para todo el alumnado como ocurre en la mayoría de los
países de nuestro entorno.
Mientras tanto, aún cuando
esta materia sea retirada oficialmente del currículum escolar por el PP, desde la Fundación Cultura
de Paz, Federico Mayor Zaragoza lo ha reiterado, tenemos todo el derecho
a objetar, a desobedecer, esa es nuestra obligación moral, como demócratas y
como defensores de los derechos humanos.
Quisiera hacer una breve
referencia final a la Declaración
sobre la Democracia
que la Fundación Cultura
de Paz y otras organizaciones internacionales estamos impulsando y que pueden
encontrar completa en la página web de la Fundación. Una
Declaración que como la de Derechos Humanos tendrá 30 artículos y que incluirá
la democracia política, pero también la económica, la social, la cultural y la
internacional con un proyecto muy concreto de reforma en profundidad de las
Naciones Unidas.
Por último algunas
referencias, aunque sean muy generales, a la Educación para la Ciudadanía y los
Derechos Humanos. Se trata de formar
ciudadanos y ciudadanas competentes en el ámbito de la sociedad en la que
viven, con virtudes cívicas, que les hagan más responsables y capaces de
ponerse en el lugar del otro, del distinto, en todo lo que concierne a la vida
pública o común.
Nuestro alumnado debe
aprender a convivir, compartir vivencias juntos, y a aceptar la riqueza de la
diversidad.
Y debe hacerlo desde la
participación, desde el diálogo, desde la elaboración de proyectos comunes, la
democracia como experiencia vivida y de derechos y deberes reconocidos y
practicados, y sobre todo, en directa relación con la mejora de la convivencia
escolar.
Se preguntarán, pero por qué, por qué en un momento como este el gobierno del PP suprime la materia de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, contrariando al mismísimo Consejo de Europa, pues lo hace, simplemente, por que pueden hacerlo, porque tienen mayoría absoluta, porque están decididos, pero sobre todo, porque les dejamos.
Finalizo, ahora si, con un poema de
Federico Mayor Zaragoza, de su poemario, “En pié de paz” . Dice así:
La sumisión
ha terminado.
Hoy, después de siglos
de horizontes cercanos,
de miedo,
de obediencia,
la bruma se disipa
y el mundo entero
aparece a nuestra vista,
al tiempo que la vida
cobra un valor
incalculable,
sentido propio
que nos hace libres
y de alas grandes
para un vuelo alto.
A partir de ahora
se hará realidad
la radical igualdad
de los seres humanos.
A partir de ahora,
ciudadanos plenos
y no súbditos.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario